Los Gigantes dicen !Presente!
David y Goliat es un ejemplo de historias donde figuran gigantes mitológicos. Criaturas humanoides legendarias de tamaño y fuerza prodigiosos, de diferentes razas y culturas. Son descritos como violentos y se dice que comían humanos, especialmente niños. También los hay simpáticos e inteligentes, como los gigantes de Oscar Wilde (1854-1900). La diferencia de tamaño ha sido una forma de enfatizar la importancia de ciertos personajes o para denotarlos como seres monstruosos aunque de forma humana. Abundan las referencias a gigantes en la mitología antigua y en cuentos de hadas e historias folclóricas. Restos arqueológicos hallados en la isla de Cedeña, Italia, han dado luz sobre la posible existencia de estos personajes descomunales que son mencionados en la Biblia dejando la interrogante si se trataba de "seres celestiales" lo que podría interpretarse que eran de otro planeta.
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Origen de la creencia en gigantes
Es posible que las historias de gigantes provengan de restos de antiguas civilizaciones. Saxo Grammaticus(1150-1220), por ejemplo, argumentaba que los gigantes tenían que existir, porque ninguna otra cosa explicaría los grandes muros, monumentos de piedra, y estatuas de tamaño y peso colosal. En la misma línea argumental, el poema anónimo anglosajón El navegante se refiere a altos muros de piedra que eran obra de gigantes. Los gigantes proporcionaban la explicación menos complicada para tales creaciones.
Los cíclopes pueden tener origen en cráneos de elefantes prehistóricos hallados en Sicilia. Si no se sabe qué aspecto tiene un elefante, el lugar donde se sitúa la trompa en el cráneo puede malinterpretarse como una cuenca ocular gigante.
También se usa coloquialmente el término gigante para aquellos humanos inusualmente altos, o que padecen alguna forma de gigantismo. Los gigantes y cabezones son personajes de desfiles callejeros en las fiestas españolas.
La escena describe un episodio del poema épico "Orlando furioso" de Ludovico Ariosto (1516) cuando el rey Norandino, y su esposa, Lucina, naufragan en la isla de un Gigante y descubiertos, son llevados a su cueva
Gilgamesh y Enkidu
El primer mito que se conoce relacionado con gigantes es el de Gilgamesh, perteneciente a la mitología sumeria. De él se decía que alcanzaba una altura en codos equivalente a 5,60 metros, siendo un caso de altura percibida positivamente, para realzar su valor de héroe y rey.
Enkidu, su compañero en la Epopeya de Gilgamesh aparece como un ser primitivo, incivilizado e incluso practicante del bestialismo, aunque no deja de ser un personaje positivo que se convierte en compañero del héroe.
Krishna y Putana
En el Rig-veda (el texto más antiguo de la India, de mediados del II milenio a. C.) no hay mención de gigante alguno. Recién en las leyendas sobre el dios Krisná que se nombra por primera vez en el Majábharata (texto épico-religioso del siglo III a. C. aproximadamente) aparece la historia de una demonio gigante llamada Putana, que le dio de tomar de su pecho envenenado al bebé Krisná, pero terminó asesinada por este. Putana alcanzó de inmediato el mundo espiritual sin necesidad de reencarnarse para purificarse debido a que Krishna la aceptó como madre o nodriza.
Fuente que evoca al gigante Encélado surgiendo de la Tierra, en el Parque de Versalles.
Mitología griega
Ya la mitología griega hacía referencia a los Hiperbóreos, gigantes que vivían más allá de los vientos del norte y dentro de sus mitos encontramos grandes referencias a gigantes, entre ellos los titanes, incluyendo a Prometeo, que dio el fuego a los hombres.
También eran gigantes los cíclopes de la Odisea de Homero, de los cuales el más famoso fue Polifemo, quien capturó a los hombres comandados por Odiseo con el fin de devorarlos. Polifemo es vencido por la inteligencia del griego, en un enfrentamiento desigual.
Mitologías germánicas
En la mitología nórdica, los gigantes (Jotuns) luchan con frecuencia contra los dioses. En particular, en las mitologías del norte de Europa derivadas del culto a Odín aparecen los gigantes de hielo, en eterna lucha contra los Ases. Los propios Ases derivan de la unión de la giganta Bestla y el dios Bor, y en la apocalíptica batalla final de Ragnarök los gigantes de hielo asaltarán Asgard, hogar de los dioses, y provocarán el fin del mundo. En la forma más elaborada de esta mitología recogida en la prosa y poesía de Edda, los gigantes son el origen de la mayoría de los monstruos de la mitología nórdica (por ejemplo, del lobo Fenrir), aunque en ocasiones se relacionan de forma más amigable con los Ases.
El padre de los Jotuns fue Ymir, el primer ser viviente que existió de acuerdo con el mito de la creación de la mitología nórdica. Los demás gigantes nacieron de su sudor.
Las historias de combates con los gigantes son comunes en el folclore de Gales e Irlanda. Desde ahí los gigantes pasaron a los romanceros bretones y artúricos, y de estas fuentes se divulgaron a los cuentos heroicos de Torquato Tasso(1544 - 1595), Ludovico Ariosto(1474 - 1533), y su seguidor Edmund Spenser(1552 - 1599). El gigante Desesperación aparece en la novela
David vencedor de Goliat, en la obra de Palma il Giovane (1548–1628), en el Museo del Prado. La obra representa al joven pastor David, que llegaría a reinar en Israel, mostrando la cabeza cercenada del gigante filisteo Goliat a un grupo de mujeres en presencia del rey Saúl, que aparece montado a caballo y a la izquierda de la pintura.
Cultura hebrea
La Biblia hebrea recoge la existencia de una raza de gigantes llamada Nephilim. El Génesis afirma que Había gigantes en la tierra en aquellos días, y también después que se llegaron los hijos de Dios a las hijas de los hombres, y les engendraron hijos. Estos fueron los valientes que desde la antigüedad fueron varones de renombre (Génesis, 6:4). En este versículo gigante es una traducción del hebreo Nephilim. La tradición posterior a la Biblia sostiene que Nemrod era un miembro de esta raza.
Es en la Biblia donde se puede encontrar una mayor cantidad de referencias: Génesis 6.4 ; Deuteronomio 2.10, 3.11.18; Josué 12.4, 13.12, 15.8; 2º Samuel 21.16; 1º Crónicas 20.4-7 y Job 16.15.
En el judaísmo
La Enciclopedia Judaica castellana define el término Néfilim como: “Nefilim, ángeles caídos, identificados con los gigantes que eran progenie de los hijos de Dios y de mujeres terrestres (Gen. 6:1 4). Según el Talmud, el nombre nefilim proviene de nafal (caer). Los apócrifos y seudoepígrafes, particularmente Enoc y Jubileos, contienen muchos detalles sobre los nefilim e indican como nombres de sus jefes Azazel, Semiasa y Satanael. Son maestros en magia negra, que enseñan a las mujeres y tratan de seducirlas. También son hábiles artífices”.
Esta misma enciclopedia también aplica el concepto de “Ángeles” en Génesis 6:4 como: “Hijos de Dios" (Gen. 6, 4) Las menciones más antiguas que el Pentateuco hace de los ángeles son sin duda restos de relatos de una época politeísta. Así, la unión de los hijos de Dios con las hijas de los hombres en el Génesis.
Opinión de la Iglesia Ortodoxa Etíope
El Libro de Enoc forma parte del canon de la Iglesia ortodoxa etíope. En el libro, al hacer referencia a los Grigori (los padres de los Nefilim según el Libro de Enoc), los describe como ángeles, y no como descendientes del linaje de Set, aunque hay controversia en este punto. También se ha dicho que uno de los propósitos de Dios al inundar la Tierra en tiempos de Noé (historia del diluvio universal) fue deshacerse de los Nefilim. Filón de Alejandría y Flavio Josefo aceptaron estas ideas.
La referencia bíblica acerca de Noé: "Perfecto en sus generaciones" hace referencia al no contenido Nefilim en su linaje (o sea 100% humano descendiente de Adán); de lo cual se infiere que, según el texto de Génesis, que no habría "hibridación" Nefilim en Noé y este sería 100% humano. Los manuscritos de la Septuaginta son problemáticos.
Referente a la Iglesia Ortodoxa Etíope, ella explica que Génesis 6:1 alude a ciertos seres humanos, del linaje de Set (tercer hijo de Adán y Eva posterior al Caín asesino de Abel y luego de muerto éste, para continuar el linaje Humano hasta Noé), e interpreta el escrito Deuteronomio 14:1 Hijos sois de Yahwéh vuestro Dios; no os sajaréis, ni os raparéis a causa de muerto , como un texto que haría referencia a ellos. Según su interpretación, estos hombres habían comenzado a sentir intereses carnales, de modo que tomaron como esposas a las hijas de los hombres, las descendientes de Caín. Esto se señala, sin lugar a dudas, en la mayoría de las versiones ortodoxas de Enoch y los Aniversarios, pero también es el punto de vista presentado por textos no bíblicos más antiguos, especialmente el Segundo Libro de Adán y la Víspera.
Opinión de la Iglesia Católica
Eusebio de Cesarea, Justino mártir, Clemente de Alejandría, Orígenes, Tertuliano, Ireneo de Lyon y Atenágoras de Atenas identifican los "hijos de Dios" con ángeles.
Sexto Julio Africano (c. 160 - c. 240) condena la opinión de que los "hijos de Dios" eran ángeles, y San Agustín de Hipona, en su libro La ciudad de Dios, dio la interpretación que se sigue desde entonces en la Iglesia Católica, que enseña que la expresión "hijos de Dios" en la Biblia debe utilizarse sólo para referirse a los descendientes de Set, llamados así por su amor de Dios, mientras que los que se unieron con los gigantes serían ángeles caídos, es decir, demonios. Julio Africano y Agustín para apoyarse citan a Mateo e interpretan una frase de Jesús que dice que "los Ángeles no se casan".
La erudición moderna dentro del catolicismo se inclina por la tesis de los primeros:
La nota de la Biblia de Jüneman dice: “Ángeles inferiores, antropomorfos. Aquellas hijas superiores eran de belleza sobrehumana; de modo que aquellos semiángeles, prevaricando, decayeron de su estado, eligiendo cada cual para sí la más bella; enlace del que nació la segunda raza de gigantes y héroes; aquellos superhombres de que está llena la tradición antigua”.
El comentario de la Santa Biblia de Martín Nieto dice al pie de página en Génesis 6:1-8: “La promiscuidad de misteriosos seres celestes con las hijas de los hombres denota el alto grado de corrupción alcanzado por la humanidad". Es verosímil que el autor sagrado haya querido dejar constancia, en estas líneas, de un intento de la raza humana por conseguir una raza superior (gigantes, héroes, semidioses). Tales pretensiones trastocan el orden de la creación, provocando una ruptura profunda entre Dios y los hombres”.
La nota de la Biblia “El libro del Pueblo de Dios”, declara: “1 4. EI relato bíblico retoma una leyenda popular, que habla de unos seres sobrehumanos llamados gigantes. Antiguamente se creía que esos gigantes habían existido alguna vez sobre la tierra, y su origen se explicaba por la unión de seres celestiales (los "hijos de Dios") con mujeres terrenas (las "hijas de los hombres"). Sin pronunciarse sobre la realidad histórica de este relato mitológico, el autor inspirado se vale de él para ilustrar como podría hacerlo una parábola- la corrupción creciente de la humanidad. Esta intención aparece de manera explícita en los versículos siguientes (5, 6), que expresan el pesar de Dios por la incontenible expansión del pecado en el mundo”.
Otros prefieren explicar este pasaje como el recuerdo de excesos cometidos por reyes y magistrados de la Antigüedad. La nota de la Biblia de Nuestro Pueblo dice Como si se tratara de una interrupción en la lista de descendientes de Adán, nos encontramos con este relato elaborado sobre una antigua creencia en una raza especial de gigantes que, según la leyenda, provienen de la unión de los seres celestiales, hijos de Dios, con las hijas de los seres humanos. El análisis crítico de la historia que desarrollan estos capítulos enfoca ahora los comportamientos negativos de los humanos que han traído como consecuencia la aparición del mal en el mundo. Este relato, patrimonio cultural de algunos pueblos antiguos vecinos de Israel, sirve al redactor para describir otro flagelo que sufrió el pueblo, los hijos de la prostitución sagrada, práctica muy común en todo este territorio del Cercano Oriente. Los descendientes de estas uniones reclamaban unos privilegios especiales que por supuesto no tenían, pero que ellos hacían valer como legítimos, lo cual traía como consecuencia más opresión y empobrecimiento al pueblo. Este relato también puede reflejar el recuerdo doloroso de las injusticias cometidas por la familia real. Recuérdese que el rey era tenido como el hijo de Dios; podemos suponer que sus hijos reclamaban muchos privilegios que representaban una pesada carga para el pueblo, otra actitud totalmente contraria al plan divino de justicia y de igualdad”.
En las Iglesias evangélicas
Las Iglesias protestantes están divididas respecto a estas tesis. En cuanto a la diversidad de pareceres, la nota de la Biblia Reina Valera de 1995 dice: “a los hijos de Dios: Algunos intérpretes consideran que se trata de seres divinos o celestiales; otros piensan que son hijos de la línea piadosa de Set, o de las familias gobernantes. La primera interpretación toma en cuenta una creencia común entre los pueblos de la región, acerca de una raza de gigantes que habrían nacido de la unión antinatural de seres sobrenaturales con mujeres. Aunque el relato bíblico contiene aspectos oscuros, su intención es afirmar una vez más la incontenible expansión del pecado en el mundo y la corrupción creciente del género humano.
En efecto, algunos biblistas y estudiosos se suscriben a lo propuesto por Julio Africano, por ejemplo, la nota de la Biblia de las Américas dice: “Hijos de Dios. Algunos sugieren que esta expresión se refiere a seres angélicos (cp. Job 1:6; 2:1; 38:7; Sal 89:7) y que Judas 6 se refiere a este evento, así como 1 P 3:19–20 y 2 P 2:4. Pero si los ángeles no se casan, como declara Jesús (Mt 22:29, 30), sería difícil que aquí hijos de Dios se refiera a ángeles. Algunos consideran que los hijos de Dios son los hijos de Set, y que las hijas de los hombres son las hijas de Caín. Así que la diferencia entre los de Dios y de los hombres es una de piedad y rectitud y no de ser superhumanos o humanos”.
Por otro lado hay eruditos que se adscriben a la tradición registrada en el libro de Enoc, Justino y Eusebio. Por ejemplo, la nota de la Biblia “Dios Habla Hoy” dice: “a los hijos de Dios: es decir, los seres divinos o celestiales como los mencionados en Job 1:6; Job 2:1; Job 38:7; Sal 29:1; Sal 89:7. Con toda probabilidad este pasaje recoge una tradición muy antigua, que los israelitas tenían en común con otros pueblos vecinos, y que se refería a una legendaria raza de gigantes. Según esa tradición, aquellos gigantes habían nacido de la unión antinatural de unos seres sobrenaturales, llamados aquí hijos de Dios, con mujeres humanas. Aunque el relato bíblico contiene muchos aspectos oscuros, su intención, en este contexto, es afirmar una vez más la incontenible expansión del pecado en el mundo y la corrupción creciente del género humano.
La misma Versión de la Biblia dice en el comentario de 1 Pedro 3:20 y Judas 1:6: m 3.20 Una tradición judía refería el texto de Gén 6:1-4 a los ángeles que se pervirtieron desobedeciendo a Dios. Siguiendo el orden del relato en Gn, Pedro relaciona este episodio con el diluvio”. “h 6 2Pe 2:4. Probable alusión a Gén 6:1-4. En el libro de Henoc (véase Jud 1:14-15 n.) se escribe detalladamente sobre el castigo de los ángeles a los cuales parece referirse el citado pasaje (cf. Gén_6:2)”.
En otras religiones
El Mormonismo o "Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días" (LDS, mormones) creen que los "hijos de Dios" (bnei Elohim) fueron humanos. Los hijos de Noé por su justicia fueron llamados "hijos de Dios" y tuvieron descendencia. A diferencia del texto masorético y la Septuaginta no serían los "Hijos de Dios" quienes se desposaron con las "hijas de los hombres", sino que las hijas de los "hijos de Dios", siendo bellas, se desposaron con los "hijos de los hombres", llamados así porque no escuchaban a Dios y lo habían rechazado. De estas uniones no aprobadas por Dios nacieron los varones de renombre, no gigantes, de la antigüedad:
"Y a Noé y sus hijos escucharon al Señor, y obedecieron, y se les llamó los hijos de Dios.
" Y cuando estos hombres empezaron a multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas, los hijos de los hombres vieron que estas hijas eran bellas, y tomaron para sí esposas, según su elección.
" Y el Señor dijo a Noé: La hijas de tus hijos se han vendido; por lo que, he aquí, mi ira está encendida en contra de los hijos de los hombres, porque no quieren escuchar mi voz".
Por su lado los Testigos de Jehová sostienen que los Néfilim sí eran gigantes violentos, que eran hijos de ángeles rebeldes y mujeres. Interpretan, al igual que la Septuaginta, que "Bnei Elohim" solo es una perífrasis para referirse a los ángeles.
Goliat y David
Uno de los gigantes bíblicos fue Goliat, con quien luchó el rey David. En los mitos hebreos se cuenta la historia de Goliat, el último descendiente de los nephilim, una raza híbrida de los hijos de Dios y las hijas de los hombres, según el Antiguo Testamento. Su derrota en manos de la honda del pastor David fue además de una liberación para el pueblo judío una metáfora para demostrar la superioridad de alguien a priori en desventaja; representando éste el mismo pueblo elegido.
Es necesario notar que la altura descrita en la Biblia acerca de Goliath es de aproximadamente 2,80 metros; mientras que Robert Wadlow quien mantiene el récord Guinness del hombre más alto en la historia moderna medía 2,72 metros a la edad de 22 años.
Mitología vasca
En la mitología vasca, aparecen dos tipos de gigantes. Los primeros, tales como los Jentilak y los Mairuak, fueron los constructores de los dólmenes (Trikuharriak en euskera), y menhires (los Harrespil o las Zutarri, por ejemplo). Tras la cristianización, los gigantes fueron olvidados. Cuenta la leyenda que cuando los gigantes vieron una luz brillante en el cielo, no sabiendo qué podría significar, fueron a buscar al más anciano y sabio de entre ellos, el cual, sin ninguna duda, avistó el nacimiento de "Kixmi" (Cristo en antiguo vascón), y proclamó el fin de su raza de inmediato y todos los gigantes incluido el sabio se tiraron por el vecino precipio, mientras otros se escondieron bajo las piedras, las cuales a partir de ese momento se denominaron "Jentilarri". El único que quedó fue Olentzero, un carbonero que según la leyenda debía avisar de la llegada del fin de su raza. Hoy en día se ha asimilado con el cristianismo y realiza el papel de traer regalos el día de Navidad en Vasconia. Los jentilak parecen representar al propio pueblo vasco pre-cristiano, montañés por excelencia.
Por otra parte está Tartalo (con variaciones como Torto o Alarabi), que es un cíclope antropomorfo, gigantesco, con un solo ojo en medio de la frente. Su tamaño es descomunal al igual que su fuerza, y su entretenimiento favorito es tirar piedras de un monte a otro. Cuenta la leyenda, que debido a este entretenimiento se crearon varias construcciones existentes hoy en día. Al contrario de otros personajes también gigantes, como los "Jentilak", Tartalo es perverso, de instintos salvajes y muy agresivo. Se alimenta de niños e incluso adultos de vez en cuando. Se cree que habitaba en el monte Saadar en Cegama (Guipúzcoa) donde hay un dolmen llamado Tartaloetxea (casa de Tartalo). Tartalo era poseedor de un anillo mágico que le servía para controlar a sus presas, ya que al grito de ¿Non hago? (¿Dónde estas?) por parte de Tartalo, el anillo respondía Hemen nago, hemen nago ("Aquí estoy, aquí estoy"), lo que delataba a su presa.
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Fuentes:
https://es.wikipedia.org/wiki/Gigante_(mitolog%C3%ADa)
https://es.wikipedia.org/wiki/Nefilim
https://www.youtube.com
Fotos: https://commons.wikimedia.org/wiki/Main_Page
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