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Diezmo

Dar... ¿Para recibir?

La limosna es una ayuda voluntaria que se da a alguna persona o institución sin esperar nada a cambio. De esta manera, los menos favorecidos adquieren una ayuda. Por el contrario, el diezmo forma parte de algunas de las obligaciones impuestas por distintas corrientes religiosas. El uso de este dinero ha sido cuestionado en diversas oportunidades porque habría sido utilizado de manera indebida.

El espíritu de la Iglesia siempre ha sido que los regalos y bienes recibidos por donación y las fundaciones con que se ha enriquecido son miradas como limosnas, cuyos ecónomos, dispensadores y no propietarios, son sus ministros. Es preciso, sin embargo, distinguir entre un sueldo, una subsistencia concedida a título de servicio y una pura limosna.

Jesús no cobraba diezmo, tampoco Pedro, Pablo, Santiago ni Juan, pues sus oficios no estaban sujetos a este precepto de la ley mosaica.

En el Evangelio según San Mateo (23.23) se hace un llamado para que la entrega del diezmo o la limosna se haga con amor, fe y misericordia: ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta, el eneldo y el comino, pero dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello.

Quienes creemos en un Conciencia Universal tenemos la convicción de que ayudando a los demás lo estas haciendo contigo mismo. Sin embargo, esto se debe hacer de una manera natural y personal que será dictada por la conciencia de cada individuo.

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